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Pensamientos y más

Una pica en Flandes

Cuando de pequeño iba al colegio estudiaba en la asignatura de Lengua y Literatura algunos dichos, refranes o frases hechas que tenían un significado especial.

Una de las expresiones que más me gustaba era la que decía que se podía "poner una pica en Flandes”.

Siempre me gustó porque Flandes me sonaba a algo exótico, emocionante, vibrante. Tenía una sonoridad extraña que me llenaba la boca de sueños e ilusión. Ni siquiera sabía muy bien donde estaba Flandes exactamente (un lugar de Bélgica que formaba parte del antiguo Imperio Español era algo no muy concreto ni visible en los mapas que podía consultar con mis medios a esa edad) pero me podía imaginar combatiendo allí con alguien llamado Alatriste o con alguien con un nombre por el estilo mientras teñía con mi sangre un descolorido jubón (otra palabra que mi vocabulario sólo imaginaba) ya fuera de capitán o de tamborilero.

Luego crecí y me aficioné al ciclismo, que es casi una religión en Bélgica. Me enamoré del pavés, del barro, de los duros muros de las pruebas belgas. Fue entonces cuando me fijé en unos rótulos escritos en un idioma extraño y complicado. Fue en aquel instante cuando reparé en unas bonitas banderas –amarillas, con un negro león desafiante, atrevido y luchador- que adornaban las cunetas belgas provocando mi curiosidad. ¿Pero en Bélgica no hablaban francés?  ¿Y su bandera no era tricolor-amarilla, negra y roja-? Eso me había enseñado Tintín. Y Tintín no miente.

Así, de esta forma, surgió mi interés por el actual Flandes. Fue entonces cuando descubrí lo que era Flandes. O descubrí lo que parece que es Flandes. O lo que algunos dicen que es. No soy un experto en la historia de Bélgica ni he seguido con especial atención los últimos cincuenta años de vida del país. Pero quizá deberíamos empezar a mirar todos los españoles con especial atención a esta nación porque puede ser una muestra de lo que nos depara el futuro.

Parece ser que Bélgica es un país dividido en dos mitades muy diferenciadas que se respetan pero no se mezclan. Dos partes que no suman un todo. Hay un pequeño pegamento (la casa real, las selecciones nacionales deportivas) que parece que no pega (¿Si Bélgica fuera campeona del mundo de fútbol habría más unión?). Y todo hace indicar que sin este adhesivo la unión nacional desaparece rota en dos mitades. Los resultados de estas últimas elecciones que han dado un respaldo indiscutible a las aspiraciones nacionalistas de Flandes son sólo un paso más en la evolución que Bélgica ha mostrado al mundo y, especialmente, a Europa. Para explicarlo sólo contaré un detalle: Hace unos años la televisión pública flamenca abrió uno de sus informativos comunicando que Flandes se había proclamado por sí misma un estado independiente. Hubo revuelo, malestar, confusión y, finalmente, una disculpa de la televisión pública que explicó que todo había sido mentira. ¿Os imagináis que de repente, así de golpe y porrazo, TV3 dijera que Cataluña se ha proclamado por decisión propia una nación independiente?

No sé cómo ni por qué se separaron los flamencos de los valones (la otra parte de este puzle de dos piezas que es la actual Bélgica) No sé si fue un tema cultural, educativo, económico o, simplemente, la consecuencia de un ansia de poder desmesurada que algunos políticos ambiciosos no supieron gestionar. No lo sé. Es un tema que deberían analizar los estudiosos de todas las tendencias. Y digo que deberían estudiarlo analistas de todos los estilos porque como nadie posee la verdad absoluta de nada quizá si juntáramos en una coctelera las conclusiones de todos los expertos pudiésemos extraer la versión más aproximada de lo que sucedió y sucede en realidad.  No estaría mal saborear un cóctel de verdad de vez en cuando.

No conozco los motivos, pero lo cierto es que sucedió. Bélgica parece un país dividido difícil de recomponer.

No sé qué sucederá en España, pero este es un futuro que podríamos vivir. Si queréis saber mi opinión os diré que en el fondo soy un poquito flamenco. Me atrae su idioma imposible de dominar, su lengua inaccesible a simple vista para un latino como yo. Me fascinan sus verdes paisajes, sus muros de adoquín, su alma ciclista. Pero eso no significa que sea nacionalista.

Creo que el futuro nos debería deparar un megaestado europeo, una Unión Europea con identidad supranacional y aglutinadora que tenga el mando completo en lo político, lo económico y lo social. Una Unión Europea que mande y gobierne de verdad, que nos haga fuertes y solidarios, que nos haga decir con orgullo que somos europeos.

Pero también creo que podría haber una atomización. Una fragmentación. Hay muchísimas cosas que unen a todos los españoles y otras muchas que nos separan. Y estoy absolutamente convencido de que cuanto más nos repiten las cosas que nos unen más nos están separando. No hace falta que mi madre me diga cada tres minutos que me quiere y que soy hijo suyo. Lo sé. Ya lo siento así. De hecho, me preocupo y sospecho si me lo repite tanto. ¿Qué se esconde tras tanta repetición? ¿Qué hay de oculto en esa imposición? ¿Acaso no es realmente mi madre?

Parece ser que es cierto que también hay cosas que nos diferencian. Algunos dicen que es indudable, por poner un ejemplo, que los vascos tienen incuestionables hechos diferenciales. Un idioma de origen no latino, ciertas costumbres distintas, deportes distintos y hasta una organización diferente (cuentan que antaño en el caserío la que mandaba era la mujer, que el poder del matriarcado era muy fuerte). Y yo pienso que en realidad son estas diferencias las que mejoran el conjunto. Creo que lo que nos quieren mostrar como unificador nos separa por reiterativo, anacrónico y casposo y que lo que nos quieren enseñar como diferente nos une porque nos enriquece y nos completa.

De todas formas, esto sólo es una opinión y yo ya he escrito suficiente. Ahora debo volver al principio para poder llegar al final porque todavía tengo que explicar qué significa "poner una pica en Flandes”, que aún no lo he dicho.

La expresión hace referencia a avanzar en algo complicado, a conquistar una meta compleja. Poner una pica, llevar una lanza, un arma o un guerrero al campo de batalla era poder luchar por hacer tuya una región. Tarea ardua por sí misma. Y Flandes era un lugar lejano y combativo, un lugar de acceso complicado, especialmente difícil de conquistar (parece ser que esta gente ha sido rebelde, rara y extraña desde siempre). Si hemos puesto una pica en Flandes es que hemos realizado algo de gran dificultad, algo que constituye todo un hito. Hemos llevado a buen puerto una nave muy difícil de manejar.

Así pues… ¿qué significan estos resultados independentistas flamencos? ¿Ha puesto la organización política del futuro, el propio futuro, una pica en Flandes? ¿Ha puesto el futuro de España, de Europa misma, una pica en Flandes?

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