Un tren sin destino
Te hablo como si no pasara el tiempo, como si nos conociéramos desde la infancia, como a una amiga, como a un amor. Como si aquella noche en la playa, bajo las estrellas, tu brillo, las risas y el alcohol, hubiera sido la continuación de esa existencia irreal hasta la existencia real de dicho momento.
Y luego, charlas y más charlas hasta las tantas o en cualquier momento, sin poder mirarte a los ojos, pero pensando y recordando tus rasgos y tus gestos. Más tarde, el reencuentro, un pequeño y largo desplazamiento, para verte, como siempre, divina y sonriendo.
Después, conversaciones... la vida y pensamientos.
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