Héroes
“Desde que creo que soy adulto no he tenido tiempo de aburrirme.” El otro día escuché esta frase demoledora durante una retransmisión deportiva sólo apta para espíritus nocturnos. Y mis ojos de búho (esos ojos un poco rojos e hinchados que tienen las personas que viven de noche y sobreviven de día) se abrieron un poco más de lo normal.
Como a veces las pequeñas grandes frases que oyes por casualidad te despiertan la mente como si te hubieran clavado una aguja en el cerebro, pinchándote, decidí especular sobre mi propia vida.
¿A mí me ha dado tiempo para aburrirme? Bueno, la respuesta es un poco ambigua. Quizá la manera más completa y sincera de contestar sea decir que si me he aburrido es porque no he sido lo suficientemente responsable como para ejercer sin retrasos mi derecho (¿derecho?) a ser adulto (¿derecho? ¡Asquerosa obligación!).
No es que sea Peter Pan. Ser adulto tiene muchísimas ventajas (y no hablamos sólo de las cosas que se supone que únicamente puedes hacer con más de 18 años). Pero está claro que ser adulto es ser responsable y eso significa atender un montón de obligaciones. Así que si me he aburrido ha sido simplemente porque no he querido hacer una de las millones de cosas que tenía pendientes.
Intuyo que el autor de la frase lapidaria que inaugura estas líneas no sabía el debate moral que había planteado en mi existencia. Y como nadie es perfecto, y todos tenemos espejos en los que nos encantaría poder decir que no sólo nos miramos sino que también nos reflejamos, me sumergí a fondo en la autocrítica. Pensé en mí, en lo que hacía, y pensé en lo que hace toda esa gente (la que existe en el mundo real y la que existe en el mundo aún más real de los libros y las películas) a la que me gusta tomar como ejemplo. Al fin y al cabo siempre te seduce la idea de ponerte en la piel de tus ídolos.
Así que primero pensé en mi gran héroe. El de la infancia, luego redescubierto en la juventud y más tarde mitificado por el niño que se esconde en el adulto. Los que me conocen saben que mi gran héroe es Tintín. Amigo de sus amigos, siempre dispuesto a luchar para proteger a los necesitados y ayudar a los desfavorecidos. Aventurero, astuto, incorruptible. Es verdad que a veces hace cosas raras. Bueno, ¿y quién no? Pero hay que reconocer que nunca dejaba ninguna tarea pendiente. Eternamente responsable. Demasiado responsable, demasiado adulto para ser poco más que un niño. A su lado son el resto de personajes los que parecen un adolescente imberbe.
Me sentí un poco abrumado. Siempre deseas que el mundo esté lleno de gente así. Con más Tintines deambulando por el Planeta todo nos iría mejor. Pero no me veo asumiendo yo semejantes responsabilidades. No me siento capaz de ser tan perfecto.
Pasemos al siguiente héroe. Smiley. Agente secreto silencioso, tenaz, rechoncho, astuto. Al final consigue su objetivo y acaba con su antihéroe Karla. Pero en el fondo Karla es igual que él. Dos enemigos parejos, que hubieran sido igual de enemigos si hubieran vivido al revés.
Smiley también es infeliz. Tremendamente infeliz. Engañado sistemáticamente por su mujer, cruelmente traicionado. Es un espíritu agobiado, a veces incluso hundido. Demasiado trágico y melancólico como para que alguien en su sano juicio pueda desear ser así.
Hablemos ahora de John McClane. Sí, el de La Jungla de Cristal. Vacilón, pero con un gran sentido de la responsabilidad. Tiene pequeños defectillos pero acaba salvando al mundo y además te hace reír. ¿Qué más se puede pedir? Quizá su alter ego cinematográfico Bruce Willis a estas alturas del partido sólo pida un poquito más de pelo.
De todas maneras también tiene problemas. Siempre tengo la impresión de que McClane lo cambiaría todo por ser un feliz padre de familia. Aunque eso quizá sea mucho más difícil que luchar contra terroristas.
Se me hacía tarde y ya deje de pensar en héroes. Bueno, reconozco que pensé en James Bond, pero para eso necesito otro blog.
Han pasado unos días y ahora es todavía un poco más tarde pero merece la pena quedarse despierto un poco más si es para escribir sobre esto. Al fin y al cabo no te estoy hablando de cómics, de libros y de películas. Te estoy hablando de mi proyecto de vida. De cómo soy y de cómo me gustaría ser. Supongo que en este momento puedo especular todo lo que quiera porque creo que solamente podré analizar cuando esté al final del camino (siempre que sea capaz de hacerlo, claro, pues nunca sabes cómo vas a llegar a las últimas paradas del trayecto).
En el fondo lo que importa no es cómo desee ser sino como consigo ser. Y por mucho que me gustaría reflejarme en el espejo de mis héroes, al fin y al cabo tendré que luchar por ser yo mismo, único e inimitable (sobre todo para los que, si existen algunas personas capaces de hacerlo, me sitúen en su lista de héroes) pues lo que disfrute y sufra en mi camino no lo vivirán ellos (ni seguros héroes ni posibles adoradores), solamente lo viviré yo.
Únicamente yo puedo vivir mi vida. Sólo uno mismo tiene la exclusiva sobre su propia vida más allá de héroes a los que imitar.
2 comentarios
Polvo Eres -
Pensamiento -
Me ha gustado mucho esta:
creo que solamente podré analizar cuando esté al final del camino (siempre que sea capaz de hacerlo, claro, pues nunca sabes cómo vas a llegar a las últimas paradas del trayecto).
Yo opino que se puede analizar también otras veces y en otras circunstancias, sin embargo, que cierto es que nunca sabes como vas a llegar a las últimas paradas del trayecto.
El final del post con mucho carácter.
Gracias por este en mi modesta opinión interesante y brillante post.