Momentos Domingueros
Lo primero de todo, agradecer a Rosa Negra su prestación. Este relato que a continuación sigue está extraído del blog: http://polvoeres.blogia.com/
Espero que lo disfrutéis tanto como yo. Un saludo.
El pasado domingo bajé al sur con Mike. Victoria y mi sobrino llegaban a Canarias el lunes. Debíamos dejar todo impecable para recibir a los invitados. Había que hacer la compra en el supermercado y organizar los dormitorios. Yo me quedaría con ellos y Mike tendría que bajar y subir. Pasaría el día con nosotras y regresaría por la noche a casa de mi tía. Pero me encargaría de dejarlos solos, algún que otro día, con alguna excusa. Aún no tiene “ permiso” para tanta aproximación. Es mi hermano, pero que se joda. Haber hecho bien las cosas. Ahora estamos reeducándolo. Los hombres son como monos. Piensan con la polla y como no les podemos cambiar ese instinto natural, hay que modificar sus parámetros mentales. Supongo que en el futuro evolucionarán y alcanzarán cierto grado de inteligencia emocional efectiva. Mientras tanto, la mujer debe seguir conservando su status de diosa y reina del universo. Es una pena que muchas la anden jodiendo por ahí actuando como imbéciles, también. En fin, los malos virus se contagian fácilmente.
Echamos a cara o cruz quién iba al super o quién organizaba el bungalow. Crucé los dedos para que le tocase a él hacer la compra. Odio ir al supermercado. El bullicio, la gente y lo peor: las colas que se forman. No tengo paciencia para soportar semejante pérdida de tiempo. Los centros comerciales del sur abren hasta los domingos. El Ayuntamiento de San Bartolomé es el más rico de todas las islas. Se mueve gran cantidad de euros. Es un espacio cosmopolita y variopinto. Una mezcla de razas y culturas unidas por una causa común: Don Dinero.
Por suerte la moneda cayó de mi lado. Pobre Mike, jajaja. A joderse tocaba.
En lo que él iba de safari por la África tórrida, yo organicé todo en media hora. Acabada mi tarea, cogí la toalla y fui a la piscina.
Tras el primer baño, me tumbé como una lagarta al sol. Dos hamacas más allá, estaban tres tipos. Por lo visto comieron alpiste porque no paraban de darle a la lengua. Menudos son los hombres cuando cuentan sus salidas nocturnas y sus hazañas de machos cazadores.
Habían salido la noche anterior y sólo uno había conseguido rollete. Los otros dos se justificaban de esta forma:
TipoA: Te dije que la rubia tetona era para mí. Si nos hubiéramos entendido, no habría pasado eso.
Tipo B: Pero ¿qué dices? Me dijiste que le ibas a entrar a la otra. Esas zorras hubieran caído. Estaba claro que buscaban liarse.
TipoA: Eran unas putillas de primera. Estaban buenísimas, joder. Si no discutiésemos con cuál nos quedamos cada vez que salimos, aquellos dos no se nos habrían adelantado.
TipoB: Bah, da lo mismo. De esas hay montones. Esta noche será. Son todas iguales: zorras comepollas. No discutiremos más, Vamos a saco y la que caiga, cayó.
Escuchándoles indignada, me removí en mi hamaca como si tuviese pegado fuego en el culo. Con toda la mala uva del mundo, me levanté. Caminé por el borde de la piscina hasta situarme delante de ellos, dándoles la espalda. Cogiendo impulso, me lancé al agua, mojándolos por completo. Nadé dos vueltas. Cuando salí, los tipos esos me increparon, recordándome las normas de no lanzarse al agua de cabeza y bla bla. Les escuché en silencio. Cuando acabaron, les repliqué: “Lleváis jodiéndo todo el puto rato mi tiempo de relax, oyendo las estupideces que decíais. Pero vamos a ver, si ellas son zorras porque salen de ligue, ustedes, ¿qué son? ¿Putos zorros?”
El más enteradillo y seguro de sí mismo porque había follado la noche anterior y ya se creía el rey de la selva, me responde: “No irás a comparar. Nosotros somos hombres. Nos podemos permitir lo que nos salga de los huevos”. Miré a los otros dos primates, gilipollas, esperando el coro de aplausos. Aplausos que no faltaron. Lo apoyaron hablando de cual era el puesto de la mujer en la sociedad; que si somos unas feministas marimachas, que con tanto derecho de la mujer, la estábamos fastidiando; que ellos para follar les daba igual; pero que otra cosa era si tuviesen que tener novia. Entonces sí querían la mejor y tal y tal.
En esta que veo, detrás de ellos, acercándose, a Mike. Venía cargado de bolsas del super. Le dirigí una mirada cómplice. Mi hermano y yo nos entendemos sin hablar. Diríase que usamos el mismo lenguaje oral y corporal, como si de auténticos gemelos se tratase.
Alcé la mano y los mandé a callar, dirigiéndome a Mike.
-¿Qué horas son estas para llegar? ¡Te dije bien clarito que no tardases!
-Perdona, cariño, pero había una cola…
-Ni cariño, ni leches. Que no se repita. Si te programo para hacer una simple compra en media hora, está prohibido tardar el triple.
-Vale, cariño. No volverá a ocurrir.
-Eso espero. Hala, recoge mi toalla y arranca para que coloques todo a la perfección.
Mike empieza a caminar delante de mí.
-¡Alto! ¿Quién cojones te ha dicho: “ya”?
Se detiene y me da paso. Yo, muy altiva y con mi innata clase, avanzo lentamente. Me daba pena Mike porque tenía que mantener el ritmo para no pasarme con aquellas pesadas bolsas. Que se fastidie. Después de todo, pertenece al mismo género.
Mientras nos íbamos, escuchamos a los tres subnormales decir: “qué vergüenza. Con ese cuerpo y cómo se deja dominar por la tía esa. Si es que estamos perdidos. Como haya más iguales, ¿dónde iremos a parar? ¡Menuda sargento! Si llegamos a contradecirla, la hubiese armado. ¡Capaz que hace que nos echen!”
Cuando entramos en el bungalow, Mike soltó las bolsas y nos descojonamos un buen rato. No hay nada como un ejercicio de risas para que el día vaya mejor. Máxime si de tales situaciones se trata. ¡Me encantan!
La Rosa Negra
1 comentario
el_Vania -
Salud/OS!